El último hombre es el primero en enterarse de que la humanidad ha llegado a su fin...el cine lo pone en evidencia y es evidencia misma de ello.

jueves, 15 de enero de 2009

El Golem (1920), de Paul Wegener


Algo que escribí no sé en qué día de diciembre y olvidé colgar (¿y yo a quién le estoy aclarando?)

Bajo el sonido ambiente de la pólvora y el millar de charrascas que suenan de manera desorganizada por todos lados, me pregunto por qué no tendré la capacidad mágica y fantástica de crear un monstruo o animal o artificio que me ayude a ahuyentar en la calle a todo el mundo, que me proteja del bullicio de diciembre.
El Golem es un film de Paul Wegener que está basado en varias leyendas populares de Alemania y viendo este film tan curioso y hermoso a la vez, me imagino una figura de barro creada por mí que logre tal objetivo. Pero el problema que se me plantea ahora es qué forma tendría, pues para crear nuevos monstruos siempre hay que contextualizar y saber qué es lo que asusta ahora. En estos tiempos explícitos e impúdicos la verdad no se me ocurre nada aterrorizante y añoro entonces aquellos días en que el cine y la vida, para los cinéfilos por supuesto, apenas nacía, y gracias a ello un hombre alto con una ridícula peluca podía asustar a los alemanes, esa especie de primera fase de Frankenstein tenía el poder y la fuerza de varios hombres y un leve asomo de sentimientos. Cómo justificar entonces un ser que odie la navidad y a la vez tenga sentimientos, no un Grinch que al final sucumbe al mercadeo y el sentimentalismo barato, no, un ser que tenga la capacidad de sentir, que sea sensible y por eso mismo lleve ese sentimiento de desprecio en su corazón. El problema es que el Golem se convirtió en el espanto utilizado por los judíos contra los alemanes y a su vez en la excusa de éstos para odiarlos aún más, entonces temo que mi monstruo se convierta en una excusa de todo aquel que aborrezca la navidad para aniquilarla o justificar su destrucción, porque en estos días sin imaginación y sin puntos intermedios cualquier excusa es válida para los extremistas. Yo aprecio la navidad y la gozo a mi manera, y además, qué hay de malo en soñar, igual los sueños son ficción al igual que el cine y en la ficción todo es posible.

1 comentario:

Anónimo dijo...

A mi tambien me gusta soñar y mas que todo sentir.
WOW!!!

Seferine ama el cine, por él muere y vive, recae y renace. En él se concentra lo que la vida esconde y no ofrece, al menos no siempre y no ahora. Bueno, eso dice ella y yo le creo porque entonces a quién sino a mí mismo. Porque ambos somos uno. Yo doy todo por ella y entre dialogo y dialogo me doy cuenta cada vez más de que somos muy diferentes pues los ideales no siempre son como uno los idealiza.

Seferine

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